El desendeudamiento ha sido el eje del discurso de la Presidente de la Nación para justificar medidas ridículas como el cepo cambiario. De acuerdo a ella, y también a Amado Boudou, más conocido por Ciccone, el desendeudamiento es un eje del 'modelo' desde que se perdieron los superávits gemelos. Pero mucho más se han desendudado Colombia, Perú y Chile, que realizan políticas económicas totalmente diferentes a Cristina, según lo demostró el Instituto para el Desarrollo Económico Social Argentino.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). Se enfatiza como logro importante el desendeudamiento argentino. Sin embargo, comparando con otros países de la región, la reducción de la deuda pública argentina es –en el mejor de los casos– modesta.
De todas formas, lo más preocupante es que el desendeudamiento
argentino se hizo en base a la destrucción de instituciones y con fuerte
crecimiento de la deuda no registrada. La experiencia de otros países
latinoamericanos enseña que se puede reducir deuda pública con políticas
modernizadoras y racionales que contribuyen al desarrollo sostenido.
Una condición necesaria para el desarrollo económico y social es que el sector público cuente con una gestión profesional,
que exista consistencia entre ingresos y erogaciones y que, asociado a
ello, se administre un prudente nivel de endeudamiento. Por eso es muy
preocupante el deterioro que se observa en la calidad de la gestión de
muchas áreas del sector público argentino y que las cuentas públicas
muestren un nivel de déficit creciente.
Pero en materia de manejo de la deuda pública, se insisten
en señalar que el Estado argentino está abocado en un proceso de
desendeudamiento. Según datos del Ministerio de Economía, en el año 2000 la deuda pública llegaba al 45,7% del PBI,
deuda que asciende a 165% del PBI con la pesificación compulsiva y la
caída del PBI en el 2002, y comienza a reducirse para llegar al año 2012
a un nivel del orden del 44,9% (incluyendo la deuda pública defaulteada que no entró a los canjes del 2005 y el 2010). Es decir, comparando con finales de la década del ’90, el proceso de reducción de deuda es difícil de percibir.
De todas formas, la gestión de la deuda argentina fue facilitada
por el contexto internacional muy favorable tanto en relación a términos
de intercambio elevados como a tasas de interés internacionales muy
bajas que benefició a toda la región de Sudamérica. De aquí que resulta
pertinente comparar el proceso argentino con la evolución de la deuda
pública de otros países de la región.
Según datos del FMI, entre los años 2000 y 2012 se observa que:
• En Colombia la deuda pública pasó de 36% al 33% del PBI.
• En Perú se redujo a menos de la mitad, pasando del 42% a 20% del PBI.
• En Chile la deuda pública bajó del 13% al 11% del PBI.
Estos datos muestran que algunos países de la región también han
logrado importantes reducciones de deuda pública con un desempeño que
convierte en modesto el proceso de desendeudamiento argentino. Pero lo
más importante de la comparación internacional, no es tanto la evolución
del monto de la deuda de cada país, sino la diferencia de calidad de
los instrumentos utilizados para reducir deuda pública.
En Argentina para reducir el endeudamiento de la década de los ‘90 se optó por
> el default y la pesificación compulsiva, luego por instrumentar
> dos canjes de deudas con quitas del orden del 75%, sin
que se pudiera cerrar la etapa dado que quedan pendientes demandas
judiciales contra la Argentina por bonos defaulteados que no entraron al canje.
> Se intervino el INdEC para manipular el CER (coeficiente con el se ajustaba la deuda pública) y así pagar menos intereses.
> Se modificó la Carta Orgánica del Banco Central para
utilizar las reservas en el pago de deuda pública en dólares y
financiar el déficit fiscal con emisión monetaria (a fin de no tener que
apelar a los mercados financieros en busca de préstamos otra vez). Con
el mismo objetivo
> se eliminó el sistema de capitalización previsional para financiarse con los ahorros acumulados y los aportes futuros. Mientras tanto se fueron acumulando miles de juicios contra el Estado nacional de jubilados a los que no se les respetó el derecho a la movilidad y de los propietarios de las empresas estatizadas. Esto implica una deuda pública no registrada difícil de mensurar, pero de dimensiones grandes.
En sentido contrario, Chile, Colombia y Perú (en particular, estos dos últimos que tenían niveles similares de deuda pública a finales de la década de los ’90) muestran
caídas en el nivel de deuda pública en un marco de modernización
institucional de sus sistemas de información y transparencia pública,
manejo independiente y profesional de los ministerios de Finanzas y el
Banco Central, preservación y fortalecimiento de sus sistemas de ahorro
previsional, equilibrio fiscal y seriedad en las políticas públicas. Por eso, además de menos deuda pública, estos países hoy reciben más inversión doméstica y extranjera directa.
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