domingo, 4 de agosto de 2013

En el Vaticano analizan crear un museo del fútbol

Francisco, hincha de San Lorenzo, es muy futbolero y recibe constantemente camisetas de distintos equipos.

¿El Alto Renacimiento mezclado con las jugadas de Farro, Pontoni y Martino? ¿”La Creación” de Miguel Ángel decorada por una bufanda de San Lorenzo? ¿El “San Jerónimo” de Da Vinci abrigado por el buzo del arquero Gianluigi Buffon? Todo puede ocurrir bajo el mandato de un Papa argentino. Hasta quizá prospere una idea que le acaban de susurrar al oído: la posibilidad de abrir un museo con las camisetas, banderas y objetos vinculados al fútbol que le regalan todas las semanas e invaden ya el protocolo de la Santa Sede.
Lo sorprendente es que Francisco escuchó la propuesta, sonrió al imaginarla y no la descartó, según relevó a Clarín el padre Juan Carlos Arias, que le llevó una remera de Racing firmada por todo el plantel y con el “88” en la espalda, número que en la quiniela significa “El Papa”.
Los gestos futboleros del Pontífice han trascendido a nivel mundial y los cardenales que lo acompañan, en tiempos en que la Iglesia busca sumar fieles, han comprobado el poder de comunicación que tiene este código popular.
El plantel de la Juventus, delegaciones de equipos argentinos, hinchas de Newell’s, Atlanta ó Colón, y jugadores como Lionel Messi, el mejor del mundo y Javier Zanetti ya le han mandado camisetas con dedicatorias y el Papa las agradeció una por una, tal cuel es su costumbre.
Le obsequiaron también una copia de la película “El cura Lorenzo”, que tuvo la actuación estelar de Ángel Magaña, un fanático de Independiente que, al protagonizar las escenas fundacionales de San Lorenzo, le tomó cariño a los de Boedo. Fue un “diablo” que se convirtió en “santo”.
La película, junto a fotos inéditas de la formación azulgrana de 1946, le fue acercada a la Casa Santa Marta, donde vive el Papa, por el secretario de San Lorenzo, Marcelo Vázquez.
La AFA prepara también una revista especial para darle a Francisco antes del partido que jugarán en su honor las selecciones de Argentina e Italia, el 14 de agosto, en el estadio Olímpico de Roma.
Fanático del Ciclón, Francisco llegó incluso a firmar una camiseta de Huracán, con un mensaje de “afecto” y la consigna “paz en el fútbol”.
Mientras madura la propuesta del museo, el Papa pidió aclarar que cuando hizo con los dedos un “tres” y un “cero” en la plaza San Pedro, recordando la última goleada de San Lorenzo a Boca, no quiso cargar a los xeneizes, sino simplemente festejar la victoria cuerva. “Le hago el gesto a un hincha de San Lorenzo que me gritaba, aclaren eso, por favor, que no tengo nada contra Boca”, mandó a decir.
De su visita a Brasil, Francisco se llevó las camisetas del Fluminense, del Flamengo y del Cruzeiro, y bendijo la de Ronaldinho, que horas después salió campeón de la Copa Libertadores. Bien se la podría pedir al astro de los pases sin mirar, para la colección vaticana.
Así las cosas, lo sagrado y lo profano podrían darse pronto la mano, o competir por la mirada de los turistas en la Santa Sede.
Botticelli, Bernini y Rafael, o Romagnoli, Cauteruccio y Correa, esa es la cuestión.
 

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